Santi Montoya

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De la Alcaldía al Senado: la apuesta de Santi Montoya

Santi Montoya es de los que creen que en política el tamaño de los retos lo define la convicción. Por eso, cuando le preguntan por qué quiere llegar al Senado de la República, responde sin rodeos: “Voy a ser senador porque a mí nada me queda grande”.

Su trayectoria ha estado marcada por un principio claro: ponerle corazón a la palabra. Esa ha sido la brújula que lo ha guiado desde sus primeros pasos como líder social, pasando por el Concejo, luego en cargos de la administración pública y más tarde como alcalde. Cada etapa le ha permitido sumar experiencia y, sobre todo, demostrar que lo que promete lo cumple.

Montoya asegura que el camino hacia el Congreso no es un salto en el vacío, sino la evolución natural de un proceso que comenzó en su territorio y que ahora busca aportar en el escenario nacional. Su propósito es claro: devolverle al Legislativo prestigio y poder, trabajar con rigor y mostrar que la política puede estar al servicio de la gente.

Lo que lo diferencia es su autenticidad. Se presenta como un hombre del pueblo, sin herencias políticas ni económicas, cuyos resultados son fruto exclusivo del esfuerzo personal. Asegura que ha aprendido tanto en la calle como en la academia, y que esa mezcla le permite gobernar con equilibrio: con sensibilidad social, pero también con apego a la ley y a la institucionalidad.

En sus palabras, el Senado necesita más voces jóvenes con experiencia real, pero también con la energía suficiente para impulsar cambios y abrir camino a nuevas generaciones de líderes. Su apuesta es justamente esa: servir desde lo local hacia lo nacional, con coherencia y compromiso, porque —como repite— nada le queda grande.